Hola amigos, hoy os voy a contar uno de los «peros» sobre el camino de Invierno, bajo esta fotografía de Las Médulas. El camino de Invierno en León está abandonado. Tras una dura jornada para acercarnos a Las Médulas, nos encontramos con la imposibilidad de cenar, salvo a la carta en el único hotel del lugar, ya que los restaurantes sólo atienden al turismo de las Médulas, y a las seis de la tarde cierran olvidándose de que los peregrinos también tenemos que cenar.
Por supuesto no hay un sólo bar tampoco abierto, ya que cierran como sus colegas los restaurantes.
En Galicia es distinto, pero el problema es la falta de bares en las largas etapas, que conlleva a la picaresca.
En Hermidón, antes de llegar a Quiroga, hay un cartel a la entrada de la aldea donde se anuncia una casa particular que da comidas, como era ya la una del mediodía entramos a una salita pequeña donde otros peregrinos daban buena cuenta de lo puesto en la mesa. aquella imagen normal era observada por la dueña imaginando sobre la frente de cada uno la tarjeta de crédito. Me explico: por un trozo pequeño de tortilla de patata recalentada de tres días antes y dos cervezas sin marca, nos cobró 7 euros, y por una sopa de ajo, que más bien parecía una pasta marrón indescifrable, una ensalada que me la sirvió en una especie de cenicero, y un trozo de tarta de manzana, llamada así muy alegremente, ya que era una pasta donde los trozos de manzanas bailaban en algo, y un cosa blanca estaba añadida por encima, sin vino, pues lo puse yo del que llevaba, me sopló 12 euros.
Eso sí, ella lo hacía por amor al peregrino y sin ánimo de lucro.
Hasta el próximo día.
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